miércoles, 20 de agosto de 2014

Solomillos de cerdo con salsa Gorgonzola


A petición de mi gran amiga Anna Bas, os dejo esta receta que elaboro desde hace más de 10 años y que seguro que muchos de vosotros habréis elaborado alguna parecida. Se trata de unos solomillos con salsa Gorgonzola. El tipo de queso se puede variar, aunque yo pondría uno azul. Aún recuerdo una que hice con un Stilton de mango. Absolutamente alucinante.
Es una elaboración muy sencilla y que absolutamente a todo el mundo que la ha probado le gusta, con independencia de si le gusta o no el queso azul. Lo principal para que esta receta salga bien, son tres premisas fundamentales: Mucho cariño, mucha paciencia y un producto de primerísima calidad. Con esto, el éxito está garantizado. 


Ingredientes:
2 solomillos de cerdo (1 kg apr.)
300 gr. de queso Gorgonzola
200 ml. de nata líquida
1 cebolla mediana dulce
100 ml. de marsala u oporto
Orégano (opcional)
AOVE
Pimienta negra
Sal


Es fundamental comprar unos solomillos de buena calidad. Le quitaremos todas las terminaciones nerviosas que tenga, con la ayuda de una puntilla bien afilada. Embadurnamos con AOVE y pimienta negra. Dejamos reposar.


Picamos la cebolla en ciselé o finamente. La pochamos con aceite de oliva en una cazuela y dejamos que se vaya caramelizando a fuego bajo. Sin prisa, pero sin pausa.


Elegimos un buen queso gorgonzola que puede ser normal o una variante picante o una mezcla de gorgonzola con mascarpone, eso ya va a nuestro gusto.


Cuando ya hemos caramelizado la cebolla, vertemos el marsala o el porto y dejamos reducir. A continuación añadimos el queso y dejamos que se derrita a fuego lento. Seguidamente agregamos la nata y dejamos que cueza a fuego muy lento.


Nos quedará una salsa ni muy ligera, ni muy espesa, que nape la carne. Ese es el punto clave.


En una parrilla marcamos a fuego muy vivo los solomillos. Solo los marcamos.


Retiramos del fuego y cortamos en trozos del tamaño que deseemos. Como veis, el centro de la carne queda sonrosado.


Añadimos a la salsa caliente, cocinamos 2 o 3 minutos y con el fuego apagado, agregamos el orégano.
Ya está listo para comer. 
Como veréis, se trata de una receta fácil, sabrosa y eso sí, quizá un poco alta en grasas por el queso y la nata, pero se contrarresta con la nula presencia de esta en los solomillos.
Espero que la disfrutéis, acompañado de un buen cava rosado. Para mi, un maridaje perfecto.

Bon profit!

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